Ashwagandha: el adaptógeno natural para encontrar el equilibrio

Cuando el estrés se acumula y el descanso no basta, el cuerpo necesita más que fuerza de voluntad: necesita apoyo real desde dentro.

Vivimos en un ritmo constante. Una agenda que no frena, mil cosas por hacer y un cuerpo que a veces no responde como debería. Y es ahí donde entra en juego algo de lo que se habla cada vez más, pero aún se conoce poco: los adaptógenos.

La ashwagandha es una de las plantas más reconocidas en el mundo de la fitoterapia por su capacidad para ayudarnos a gestionar el estrés de forma natural. Es originaria de la medicina ayurvédica y lleva siglos utilizándose como tónico vital: no estimula, no altera, ayuda al cuerpo a adaptarse, a recuperar su equilibrio cuando las exigencias del día a día lo descompensan.

¿Por qué es tan útil?
Porque actúa sobre el sistema nervioso, ayudando a regular el cortisol (la hormona del estrés), mejorar el descanso y recuperar la energía cuando parece que se ha agotado. Y lo hace de forma suave, sin efectos secundarios ni dependencia.

Muchas mujeres adultas a partir de los 40 encuentran en la ashwagandha un gran aliado para acompañar los cambios hormonales, el insomnio puntual, la fatiga mental o la sensación de estar aceleradas incluso al final del día.

¿Cómo se puede tomar?
La forma más habitual es en polvo, mezclada con una bebida vegetal caliente antes de dormir (por ejemplo, con cúrcuma y canela, creando un “moon milk”), o bien en cápsulas. Lo importante es ser constante y respetar los tiempos del cuerpo, sin buscar efectos inmediatos.

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